portadalibroEl ganador del III Premio de Investigación Histórica Prebendado Pacheco acaba de publicar “Vida cotidiana en Tegueste a través de sus gentes durante la 2ª mitad del siglo XX. Una aproximación etnográfica”.

Una de las novedades del libro es la labor de investigación que Carreras Navarro realiza a través de la memoria de los vecinos y vecinas de la Villa.

El investigador Joaquín Carreras Navarro, ganador del III Premio de Investigación Histórica Prebendado Pacheco, acaba de publicar “Vida cotidiana en Tegueste a través de sus gentes durante la 2ª mitad del siglo XX. Una aproximación etnográfica”, un libro donde el autor aporta luz, en cuatro apartados, a la vida cotidiana del municipio de Tegueste entre 1950 y 1980, una etapa desconocida de la historia de la Villa y no difundida hasta ahora.

Una de las novedades del libro es la labor de investigación que Carreras Navarro realiza a través de la memoria de los vecinos y vecinas de la Villa sobre cómo eran algunos aspectos del día a día entre dicho periodo, una época apenas tratada en el municipio. En este sentido, y a través de 69 entrevistas y testimonios de los propios vecinos y vecinas, el autor del libro se propuso realizar “un trabajo de historia local inédito y divulgativo de un período histórico del que no existen estudios anteriores en el municipio”.

En este sentido, indica que “en las últimas décadas se ha producido un auge en los estudios sobre vida cotidiana en las ciencias sociales, con especial incidencia en disciplinas como historia, sociología y antropología; y no sólo en el ámbito local y regional, sino también a nivel global. Las preocupaciones cotidianas, el día a día de la gente y el trasfondo que subyace a sus pensamientos, actitudes y actuaciones ha ido, poco a poco, fomentándose entre los investigadores sociales”.

Este libro empieza indagando en las antiguas creencias del agro local, que van más allá del ámbito católico ortodoxo. Esa percepción se adentra en la concepción de la luna, de Venus, de las plantas, de los animales, del espacio, del tiempo… De esa manera muestra un animismo que parece atemporal en la percepción local, pero que hoy en día está prácticamente desaparecido. Como un recuerdo a un tiempo pasado, mítico en cierta forma, las antiguas creencias muestran una cosmovisión diferente y alternativa.

El siguiente capítulo muestra las actividades que en aquellos años se realizaban en los barrancos. Unos trabajos y unos hábitos que yo no se realizan (la vida ha cambiado), pero que rememoran parte de la cotidianeidad local a través de la propia percepción vecinal. El uso de los charcos par lavar, abrevar el ganado, aprovisionarse, asearse, bañarse, endulzar los chochos… es solo un ejemplo de muchas de las actividades, ya desaparecidas, que formaron parte del día a día de la comunidad.

El apartado que habla de la infancia y adolescencia en aquellos años muestra cómo se producía el proceso de aprendizaje hacia la madurez en el municipio. No fue fácil para los niños y niñas de entonces lidiar con un contexto tan duro y complejo. Pero la viveza y emotividad de la memoria oral muestra con claridad, viveza, cierto humor y una dureza extrema camuflada, lo que suponía criarse en aquellos años.

Por último, el capítulo final de los cambios socioeconómicos que se dan durante esos treinta años intenta reflejar el tremendo cambio que se da en el día a día. La dura realidad cotidiana de principios de los cincuenta, la llegada del progreso en forma de luz eléctrica y agua corriente a toda la población a partir de los sesenta, los nuevos medios de transporte que se insertan en el paisaje y hábitos de la comunidad, el nuevo sentido de la noche, del espacio en el que viven y se relacionan, el contacto cada vez más intenso con el ámbito urbano y sus modos y costumbres, etcétera. Todo ello intentándose mostrar a través de los propios testimonios de los vecinos y vecinas de Tegueste, en un intento de mostrar cómo se vivía en aquel entonces, y como fue posible ser lo que es el municipio en el presente gracias a ese bagaje del pasado.