La cuarta edición del Encuentro de Libreas de Tenerife, tendrá lugar en la Plaza Ntra. Sra. de Los Remedios,  en Buenavista del Norte el próximo 27 de mayo de 2017, a partir de las 19:00h.

Librea de Tegueste, Valle de Guerra y El Palmar, con sus distintivas y respectivas representaciones, se juntarán con la  de Buenavista en un encuentro único donde el ambiente festivo estará garantizado. Este encuentro de Libreas es un acto que nació con la intención de compartir la idiosincrasia festiva de los pueblos participantes en un lugar común, para acercar y dar a conocer las tradiciones canarias y el arraigo de nuestra cultura popular, profundamente enraizada en el carácter festivo de nuestros maravillosos pueblos de Tenerife.

Librea de Tegueste

Documentos de índole administrativa, dejan constancia de la antigüedad de esta celebración en la Villa en 1600, según se desprende de los oficios escritos que se intercambian en 1814 el alcalde de Tegueste, Juan Manuel González, el Coronel del Regimiento Provincial de Milicias y el Comandante General, sobre préstamos de fusiles y un tambor necesarios para la aparente marcha que, junto a danzas y barcos, celebran la fiesta de Nuestra Señora de Los Remedios.

En estos oficios se recogen las conversaciones de Juan Manuel González con el coronel del Regimiento Provincial, y donde queda constatado el origen de la Librea: “Con motivo de haberme hecho presente el Gobernador de Armas de este lugar no serle posible en el presente año franquear como se ha acostumbrado siempre, los fusiles desde su compañía para formar aquella reunión de aparente marcha con que entre danzas, Barcos y otras diversiones, solemnizan estos vecinos la festividad de su Patrona desde que por su poderosa protección se libertaron de la epidemia que se padeció a principios del año de 1600”, según decía el alcalde teguestero en oficio de septiembre de 1814.

La fecha de 1600 vuelve a reiterarse en una de las misivas del Coronel: “(…) teniendo en consideración que esta celebridad cuenta dos siglos y catorce años pues fue su principioen el de 1600, y que en esta época ha habido muchos coroneles antecesores míos, parecería un efecto de ridiculez el que por falta de concurrir los militares se desluciera una celebridad tan antigua”.

La Librea de Tegueste, declarada Bien de Interés Cultural (BIC) por decreto 154/2007 del Gobierno de Canarias y que cada tres años llena las calles de la Villa, consiste en una especie de milicia mandada por un capitán que, junto con la danza y los navíos, desfilan en la procesión de la Virgen.

Esta típica escuadra de tierra adentro marchaba por riguroso orden según la promesa ofrecida, del siguiente modo: el Barco de Pedro Álvarez en primer lugar, seguido del de Tegueste, y en último lugar, el de San Luis. El Socorro también rinde pleitesía de reconocimiento por la aludida merced, navegando todos sobre la carretera que el hombre del campo, con su yunta de vacas, ha arrastrado orgulloso hasta nuestros días.

Librea de Valle de Guerra

La Librea del Valle de Guerra es una fiesta de celebración de raíces religioso-populares para exaltar a los soldados canarios que al mando del capitán Francisco Díaz Pimienta lucharon en la histórica Batalla de Lepanto (1571), y en honor a la Virgen del Rosario, a quien la tradición atribuye su intersección en la victoria de los cristianos frente a los turcos.
Los orígenes de La Librea del Valle de Guerra presumiblemente se remonten a 1615, coincidiendo con la fundación de la ermita para una doble advocación: la del Santo y Dulce Nombre de Jesús y de la Virgen del Rosario, a propuesta del matrimonio formado por doña Inés de Castilla y don García Fernández de Valcárcel.

La Librea surge como celebración festera para exaltar a la Virgen del Rosario y a los canarios que al mando del Capitán Francisco Díaz Pimienta combatieron en La Batalla de Lepanto, de la que volvieron victoriosos por mediación de la Santísima Virgen –según la tradición-.

La Librea del Valle de Guerra se ha celebrado de manera casi ininterrumpidamente desde 1615 hasta 1971 siguiendo la estructura primitiva de desfiles de barcos y milicia popular a ritmo de tambor, la pandorga, las loas y diálogos entre el turco y el cristiano, rezos del Rosario y exhibiciones pirotécnicas.

Suspendida la celebración de La Librea en aquellas fechas por problemas de organización, no volvería a celebrarse hasta 1982, recuperándose precisamente con el estreno del Auto Sacramental, que se ha convertido desde entonces, por su veracidad histórica y plasticidad escénica, en la celebración más esperada de La Librea, hasta el punto de que hoy podemos decir sin rubor que La Librea es la referencia sociocultural más representativa del Valle de Guerra, y su Seña de Identidad colectiva.

La recreación de La Batalla de Lepanto comienza con una obertura musical a cargo de la Banda de Música Ntra. Señora de Lourdes y de la Coral Ntra. Sra. de Los Dolores, para a continuación pasarse a relatar la inquietud vivida en los palacios de gobierno de los países europeos, ante las noticias que llegan de Turquía describiendo el rearme de la naval turca, y las intenciones del Sultán de invadir Chipre. Todo ello acontece en un gran escenario que recrea el ambiente en las cortes cristianas y turcas, así como la iniciativa vaticana de convencer al Rey del España y al Dux de Venecia para junto al Papa formar una Liga Común que hiciera presión al turco.

El personaje del soldado Cervantes va narrando los acontecimientos históricos, recreados en el Auto. Un mensajero entrega una carta del Sultán al Dux venecianos, instándole a la entrega de Chipre bajo la amenaza de hacerle la guerra si no lo hace. En la corte turca, durante una exuberante fiesta, el Sultán y su general Alí-Bajá planean la invasión de la isla chipriota.

En el Vaticano, el Papa procede a convocar a los príncipes cristianos, haciéndoles observar la convivencia de que es necesario frenar a los turcos en este momento, o las consecuencias serán irreparables en el futuro. En el transcurso de las negociaciones, Juan de Austria es nombrado Capitán General de la Liga.

En España, el Rey despide a su hermano Juan de Austria dándole importantísimos y prudentes consejos sobre cómo debe proceder para que la misión alcance sus objetivos.

Producido el embarque de los soldados en sus respectivas naves, Juan de Austria y Alí-Bajá transmiten respectivamente a sus combatientes las razones por las que se encuentran allí, y cuáles son las consideraciones que observarán para el buen desarrollo de la batalla.

Avistada la flota enemiga, se reproducen las amenazas y promesas, se defienden los valores que se pretenden proteger, y surgen los primeros escarceos de guerra.

La batalla se produce y mientras tanto, heridos, valientes y miedosos aparecen en escena desplegando sus mejores gallardías, plegarias y miserias. El enfrentamiento directo entre los jefes de las flotas en guerra acaba con la caída de Alí-Bajá herido, su reconocimiento de la derrota, la exaltación del valor de su rival, la fortuna de la Divina Providencia para los cristianos, y la muerte.

La victoria de los cristianos no va acompañada de gritos estentóreos, ni de descalificaciones para los vencidos, sino bien al contrario, recogen los heridos, curan sus heridas, y los ofrecen como personas de bien a la Virgen del Rosario.

Librea de El Palmar

El Valle de El Palmar, en Buenavista del Norte, aún conserva uno de los bailes más arraigados y puristas del folclore popular canario, el baile de “Las Libreas”. El origen de esta danza, el Baile de “las Libreas de El Valle de El Palmar”, es muy confuso, si se atiende a los únicos testimonios orales dejados por los antiguos moradores del lugar y simboliza la lucha entre el bien y el mal.

El bien, representado por los bailadores y el mal, encarnado por el diablo a quién se le prende fuego. Este recurso del fuego responde al carácter purificador de esta manifestación, sirviendo para ahuyentar y hacer desaparecer todos los males simbolizado por la figura del diablo.

Este ritual etnográfico se realiza cada año con motivo de las Fiestas en Honor a la Virgen Nuestra Señora de la Consolación, el tercer sábado de cada mes de septiembre. Los bailadores desfilan por las calles hasta llegar a la plaza del barrio, danzando en doble fila enfrentada. A continuación, y en presencia de la virgen, se prende fuego al diablo que comienza a girar por la plaza, mientras el resto de los componentes permanecen sin bailar. Al finalizar la quema, el grupo abandona el lugar al ritmo del tajaraste.

La escenificación corre a cargo de tres parejas de bailadores compuestas exclusivamente por hombres, de los cuales tres se disfrazan de mujer, que con saltos y giros acentuados y los brazos en alto, danza al son del “tajaraste”, cuya música es interpretada por dos flautas y dos tambores, acompañados por la figura del diablo, la indumentaria del grupo de baile, los cuales llevan sus caras cubiertas por unos pequeños velos blancos, consiste en prendas con motivos florales y con una variedad de colores. Por su parte, los trocadores visten pantalón negro, camisa blanca y chaleco floreado.

Este ritual se lleva a cabo con movimientos que se repiten dos veces, al tercer son, los grupos cambian por medio de un giro, mirando de frente a la que pareja anteriormente habían tenido de espaldas para, finalmente, por medio de tres saltos, volver a su posición original.

Librea de Buenavista del Norte

La Librea de El Lugar de Buenavista del Norte dejó de celebrarse con anterioridad al estallido de la Guerra Civil Española (1936-1939). Tal hecho tenía que ver con el fallecimiento de las personas mayores que la promovían y, sin duda, también influyó el peso del conflicto bélico.

La Librea de El Lugar de Buenavista del Norte volvió a representarse en 1998, gracias a la labor de recuperación realizada por el Grupo Folclórico de la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna. Dicho año se publicó el libro “Estampas etnográficas del noroeste de Tenerife”, uno de cuyos capítulos corresponde a las Libreas de Buenavista del Norte. Todo ello relacionado con la escenificación de dicha tradición, recuperada dicho año. Ese proceso de investigación estuvo fundamentado en la oralidad cultural.

En la Librea de Buenavista del Norte, el objetivo es el mismo que la del Palmar, pero existen notables diferencias formales entre ambas. En la de El Palmas, el diablo va suelto; en la de Buenavista, una niña vestida de angelito lo lleva sujeto con una cadena. En la de Buenavista bailan tres hombres y tres mujeres.

Salían al atardecer de la víspera de las dos fiestas principales: San Bartolomé (24 de agosto) y la Virgen de Los Remedios (25 de octubre). La comitiva partía del “Ayuntamiento viejo” o desde la casa de alguno de los organizadores. Delante iba el diablo, sujetado por el angelito. Detrás, en doble fila, los seis bailadores, y a continuación los músicos, el tamburulero y algún tocador de castañuelas o castañetas.

Bajo los acordes del tajaraste, transitaban por las principales calles de la población hasta llegar a la plaza principal donde, simbólicamente, se le prendía fuego al diablo.

La razón esencial del baile de las Libreas no era otra que acabar con el mal, representado por la figura del diablo, amenazador de la vida de los animales y de las cosechas. Se llevaba a cabo en la plaza, el lugar más público y concurrido, para que todo el pueblo observara de qué manera se pretendía erradicar el mal. El diablo, mientras ardía la ristra de fuegos artificiales dispuesta tras su espalda, daba vueltas al recinto, diseñaba círculos, figuras cerradas, evitando así, su retorno.