libreabuenavista1La Librea de El Lugar de Buenavista del Norte dejó de celebrarse con anterioridad al estallido de la Guerra Civil Española (1936-1939). Tal hecho tenía que ver con el fallecimiento de las personas mayores que la promovían y, sin duda, también influyó el peso del conflicto bélico.

La Librea de El Lugar de Buenavista del Norte volvió a representarse en 1998, gracias a la labor de recuperación realizada por el Grupo Folclórico de la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna. Dicho año se publicó el libro “Estampas etnográficas del noroeste de Tenerife”, uno de cuyos capítulos corresponde a las Libreas de Buenavista del Norte. Todo ello relacionado con la escenificación de dicha tradición, recuperada dicho año. Ese proceso de investigación estuvo fundamentado en la oralidad cultural. 

En la Librea de Buenavista del Norte, el objetivo es el mismo que la del Palmar, pero existen notables diferencias formales entre ambas. En la de El Palmas, el diablo va suelto; en la de Buenavista, una niña vestida de angelito lo lleva sujeto con una cadena. En la de Buenavista bailan tres hombres y tres mujeres. libreabuenavista2

Salían al atardecer de la víspera de las dos fiestas principales: San Bartolomé (24 de agosto) y la Virgen de Los Remedios (25 de octubre). La comitiva partía del “Ayuntamiento viejo” o desde la casa de alguno de los organizadores. Delante iba el diablo, sujetado por el angelito. Detrás, en doble fila, los seis bailadores, y a continuación los músicos, el tamburulero y algún tocador de castañuelas o castañetas.

Bajo los acordes del tajaraste, transitaban por las principales calles de la población hasta llegar a la plaza principal donde, simbólicamente, se le prendía fuego al diablo.

La razón esencial del baile de las Libreas no era otra que acabar con el mal, representado por la figura del diablo, amenazador de la vida de los animales y de las cosechas. Se llevaba a cabo en la plaza, el lugar más público y concurrido, para que todo el pueblo observara de qué manera se pretendía erradicar el mal. El diablo, mientras ardía la ristra de fuegos artificiales dispuesta tras su espalda, daba vueltas al recinto, diseñaba círculos, figuras cerradas, evitando así, su retorno.