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Imagínate en Atenas. Un joven fogoso con las hormonas alborotadas. Se enamora de una esclava. La esclava, lo es de una cortesana. La cortesana tiene un amante. El amante es el hermano mayor del joven fogoso, que quiere hacerle un regalo. A la cortesana. Por eso, le compra un eunuco. Pero aún no se lo ha dado. El joven se entera. De lo del regalo, de lo del eunuco. Y, como acceder a la casa de la cortesana para poder enamorar a la esclava, tarea fácil no es, decide suplantarlo, reemplazarlo. Al eunuco.

¿Te lo imaginas? Imagínatelo.

Y, a todo eso, ahora añádele un criado que no quiere, y una criada que no se entera, y un soldadete enamorado de un generalete, y un generalete que no sabe, que duda, que si carne que si pescado, y un cilindro, – bueno, no, un cilindro no. Un hombre, pobre, que así se llama, Cilindro –, y pasillos, súmale muchos pasillos.

¿Lo tienes?… ¡Bien!… Pues, si llegados a este punto, aún no tienes la cabeza hecha un lío, ahí va el acertijo: Todo esto, junto… ¿qué es?…
Va, te damos una pista… Drama, no es.

Solución: EL EUNUCO, de Terencio. Esta vez en una versión divertida, trepidante y felizmente libre de Jordi Sánchez y Pep Anton Gómez adaptada y dirigida por Mingo Ruano para Canarias. Nueve personajes enloquecidos por el amor, el dinero, la pasión, el orgullo, los celos y los equívocos (¡tantos equívocos!). Nueve personajes, sí., entre los que se encuentra nada más y nada menos que Kike Pérez, Mari Carmen Sánchez Mingo Ruano, Jabicombé… Y otras tantas historias que se entrecruzan en un montaje que transita sin rubor por el teatro clásico grecolatino y el musical, la comedia de situación y el vaudeville. Nueve personajes, otras tantas historias y un ritmo endiablado en lo que pretende ser y será toda una esta de principio a fin.

 

 

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